Salte la navegación

Hace unos meses Garazi me explicó que soy un enfermo crónico, que el cáncer no se cura, siempre puede haber una recidiva, puede volver. Al menos el mío, el linfoma de manto, aunque creo que es extensivo a muchos si no son todos. La verdad, no me hizo mucha gracia y ya me barrunté que por algo me salía con ese cuento.

Me dejó pensativo, mas tarde en otra consulta me confió que había señales de que el bicho andaba por ahí, incordiando, y que aunque creía que era del tipo «durmiente» había que vigilarlo. Comenzamos a aumentar la frecuencia de las consultas, que era entonces de dos al año, y a hacer de nuevo TACs y análisis de sangre mas específicos.

Hace pocas semanas me dio el mazazo, estaba activo de nuevo y atacando. El bazo hinchado, analíticas que cantaban…había que recurrir a su nueva pócima de la que ya me había hablado maravillas en otras ocasiones. El Ibrutiniv, una pastilla al día en vez de las inmensas bolsas de distintas quimioterapias de hace años que ataca selectivamente «solo» a las células cancerosas. De matar las células cancerosas a patadas por todo el cuerpo a matarlas con una pastilla que sólo las ataca a ellas, me venía a explicar alborozada.

Creo que su precio anda por los 500 euros cada pastilla. ¡Wow!

También me pidió que no empezase de nuevo Quimioterapio, aunque le dije que en realidad nunca lo he cerrado. Me dice que es porque cuando se busca ella en san google le sale el primer resultado alguna entrada de este maldito blog y que no es plan, que con todos los títulos, estudios y trabajos científicos que tiene que lo que salga al buscarla a ella sea este blog.

Ya siento, le dije. Tampoco me lo explico, creo que su nombre completo, con apellido, apenas lo habré citado alguna vez. Debe ser el karma, por ser una niña traviesa en otra vida.

Pero cuando me dijo que había que empezar de nuevo me entró una depre unos días bastante severa. Además la pastillita me dejaba muy cansado, con dolor de garganta y rash en los brazos, unas petequias de sangre en la piel, pequeñas manchitas redondas en racimos.

En la primera consulta tras empezar a tomarlas, tras diez días con sus diez pastillas, se ha puesto contentísima, como una moto, bueno es como es ella. La cosa funciona, el rash era precisamente por la cantidad de células muertas cancerosas que acaban en la sangre ensuciándola, y en la analítica se observa el pico de aumento de restos de linfocitos muertos como si fuera la inflación con Pedro Sánchez.

Pero cuando le pregunté, ¡hay inocente de mí! que cuando duraba el tratamiento, a ver si era cosa de una par de cajas de pastillas, me ha dicho que esto es «para siempre».

Hay que joderse.

También me dice que las pastillas son como el matrimonio, que te tienes que acostumbrar a tu nueva pareja, y que cuando me vaya acostumbrando desaparecerán las molestias. Como metáfora no me parece muy afortunada, ya le he dicho. En el matrimonio suele ser al revés, que con el tiempo cada vez hay mas roces… y hasta divorcios.

En fin, ya veremos. Desde luego es un avance prodigioso no tener que estar ingresado en el hospital, en una habitación con gente desconocida al lado, con vías en cada brazo y bolsones de metrotexato colgando de un soporte que llevas arrastrando como Jesucristo la cruz, si es que puedes estar levantado. Ahora sigo haciendo mi vida normal excepto tragar un pastillón a la mañana de un medicamento que me dan en la farmacia del hospital, esto no lo dan en las farmacias de la calle, con un prospecto de dar miedo de contraindicaciones que hasta te dice que te laves las manos después de haber cogido la pastilla para tragarla con agua. Como si fuese salfumán puro oye. Está catalogado como medicamento peligroso.

Eso si, me exige que adelgace, estoy en 102 kilazos. Yo, que en toda mi vida he llegado a los 70, era una sílfide.

No somos nada. Bueno si, una nada pero con un montonazo de tocino en la cintura.

El caso es que activo estoy, esta tarde hasta he estado dándole marcha a la motoazada en la huerta un buen rato. Pero como no deje de comer…y eso me es mas difícil que dejar de fumar. No me atiborro, pero no quemo una puñetera caloría, no puedo hacer ejercicio fuerte, como hace falta, con esta epoc que me deja sin aire a la que subo cinco peldaños de escalera.

grrrrrr

He ido tarde a la consulta, pero mejor hubiera sido llegar muy tarde, hora y media esperando. Al final me he quedado solo en la consulta, esperando en una ventana que he abierto, no puedo con la mascarilla.

La jefa contenta, me dice que tenía la intuición de que mi recidiva, (el cáncer de linfoma de manto se considera en realidad una enfermedad crónica, eso no te lo dicen al principio) es del tipo «indolente», que suena fatal pero quiere decir algo cojonudo. Las recidivas indolentes son solo un 10/15% de las totales y son las que aparecen para no dar guerra, no crecer ni incordiar, están ahí, latentes, en plan joputa diciendo de boquilla «cuidadín que no te abandono», pero sin muchas ganas de fastidiar. O sea, una bicoca. El otro 85% no me aclara la jefa de que va pero se sobre entiende, el de la recidiva agresiva que se pone a crecer como una loca y o le metes caña, quimios de ultima generación y toda esa parafernalia, o te llevan al huerto. pero de eso ya digo, ni comentar. Cree que mi caso es el primero, el raro, el indolente, (¿a que suena bien ahora?) y me dice que cada dos meses me toca consulta, fichar y ver si la cosa horrible esa sigue dormida indolentemente.

Así que la consulta ha sido una fiestuki, mucho cashondeo y muchas risas. Ya le he dado la pelmada para que le eche un ojo al blog, avisándola de que le he dedicado la entrada y la he puesto hasta nick y todo, (Madame Lucifer) en plan cariñoso, pero sin decirle cual, que lo mire ella. De esta en la próxima cita me hace el hara kiri con el estetoscopio.

Y nada, un coñazo lo de las mascarillas, que la verdad es que le sienta bien a la jefa con esos ojazos verdes que tiene de princesa mora, pero tengo ganas de verla de sonrisa entera, que la tiene preciosa.

En la última visita a Garazi hubo encerrona. Ya iba mosca por que, sin previo aviso, me habían llamado hacía un par de semanas ¡para un PET!, en Donosti, que si en Bilbao no chuta el sincrotón o como se llame la máquina esa del donut que te hace no se cuantas miles de imágenes de rayos en diez minutos, con contraste sin contraste o con el radioactivo, como esta vez. Luego sales y te recomiendan que no te acerques a embarazadas y no achuches a los niños, debes ser una bomba de neutrones casera durante un tiempo.

Total, que en la cita la jefa me dijo engatusándome con su desparpajo natural, (estas ondarresas son como las bermeanas para eso), que el bicho o había reaparecido o quería hacerlo, por fin, pero que no pasa nada, que ahora lo tienen cogido por el pescuezo desde el primer día y que además, por si fuera poco, ahora las ciencias han adelantado una barbaridad y lo que se lleva este año es el fármaco/diana, unas pastillitas solo, fíjate tu que monada, nada de bolsas y bolsas de litros de venenos de colorines que te mataban al bicho, a ti y al de la cama de al lado si te despistabas.

Ahora el fármaco va solo a las células malvadas cancerosas y eso que adelantas contaba Garazi, muy convencida. Como dice todo, tampoco es novedad. En fin, que salí de allí llorando muy contento.

Hoy he estado en Galdácano, ecocardiograma para ver si la patata chuta, que la nueva droga maravillosoa de Garazi se come el músculo cardíaco como si fuesen chuches, me está dando la sensación. Eso si, la ecocardiología preciosa, unos colorines en la pantalla que son, me explicó el analista, los flujos para arriba o para abajo de la sangre, (parecían fuegos artificiales pero en gaseoso, como gases de colores a toda pastilla)

el tecnico de la ecografía majísimo, un chaval estupendo, de los que te reconfortan con el mundo por un momento. Que luego sales y ves cada momio…en Múgica he visto caminando por la acera a un grandón con los brazos por delante como un gorila, con su chupa de cuero de tachones mugrienta y las gedejas greñudas que le caian por los hombros teñidas de color violeta rojizo con canas, un horror de esos que si te lo encuentras de noche de sopetón te da el pasmo, y luego seguro que hasta buena persona y todo es, pero vete tu a fiarte y… mañana cita de nuevo con Madame Lucifer, la matarife de todo tipo de células malignas. A ver que me cuenta, y sin haber adelgazado mucho, como me exigió en la cita porque si no su pócima se queda en la grasa tipo Hoomer que tengo y no es plan. Fijo que hay bronca.

Por fin me quitaron las agujas que tenía pinchando huesos, y que salían por fuera del pie. Realmente un incordio.

Antes

Y ahora

Antes

Y ahora

Y en vez de la escayola, una cam walker, especie de bota ortopédica de quita y pon, ¡por fin puedo dormir sin un pie momificado en su sargófago! y con la que además ya puedo apoyar (poco) el pie, con lo que empiezo a salir de casa, con muletas, y rompo mi austero confinamiento. Hasta me acercado alñ barco a revisarlo y arrancar el  motor, que ha empezado a ronronear al cuarto de vuelta nada mas tocar la llave de arranque. Una gratísima sorpresa.

Y lo mejor de todo, con el pie por fin al aire, a la noche antes de dormir, mi pedacito de cielo le da un masajito que me sabe a gloria bendita tras cuatro meses encerrado sin poder ni tocarlo.

Auuuuuuuuuuuuu

 

En la sala de curas de traumatología ya como en casa. Cualquiera de los tres enfermeros que se dedican a mantener la mecánica dañada en las mejores condiciones son expertos profesionales y es igual que te cambie la venda pinchada Javi, Juanjo o Begoña, el resultado es impecable. Que maja gente.

Ahora paso una vez a la semana, los puntos ya me los quitaron hace días, las heridas cerradas, excepto claro está los agujeros por donde asoman las tres agujas de inox que mantienen por dentro el estropicio fijado en su sitio, y que está programado que me quitarán a finales de este mes, no veas las ganas que tengo.

He dejado por fin los antibióticos y el paso siguiente es quitar esas agujas y la escayola, para ponerme una cam walker, una bota de ortopedia para proteger el pie, de quita y pon, y comenzar a apoyar, ¡¡¡por fin!!! el pie en el suelo, aunque sea poquito. Espero como agua de mayo ese día, poder cerrar agujeros del pie definitivamente y poder dormir sin un sarcófago en el pinrel,  que ya está el pobre medio momificado.

Esto es de hace unos días, cuando tenía los puntos a medio quitar.

 

 

Sísifo, rey de Éfira y condenado por Zeus a hacer rodar con su cabeza y empujando una gran roca cuesta arriba, que continuamente se precipitaba hacia abajo, por haber revelado que Zeus había secuestrado a Egina.

Con la dosis de  modestia obligada, creo que María, mi traumatóloga, estará de acuerdo en que mi pie se parece un poco a la roca de Sísifo, condenado una y otra vez a hacer el mismo viaje. Esperemos que está sea la vencida y acabe el suplicio.

Ayer pasamos consulta y pudimos echar el primer vistazo tras la operación. Donde al comienzo, tras la primera operación había un tajo, ahora hay tres. Por tajos y grapas que no quede.

Ahora de lo que se trata, pues nunca mejor dicho todo está cogido con alfileres, es que no apoye el pie y se deshaga el arduo trabajo de encaje de bolillos que ha tenido que realizar María y dos compañeros suyos para volver a dejar el pie lo mejor posible.

Y claro, que no vuelva la infección. Toco madera.

Así que a volver cada poco por el hospi, y mira que da yuyu, la mayoría de los contagios de CV se dan creo en los hospitales. Hoy me ha llamado la ayudante de Garazi, mi hematóloga preferida, para evitar que el próximo lunes tenga que ir a Galdácano a pasar consulta con ella, me dice que me llamarán por telefono.

Y resulta que de todas formas, tengo que ir allí a consulta de trauma.

Esto de ser un plurienfermo es tremendo. Porque  además, veo que también el lunes tengo consulta con el urólogo en Guernica.

Voy a hacer quebrar a la SS.

O me nombran superpaciente del quinquenio.

Tras una luxación completa de los cinco metatarsianos del pie derecho, o sea una avería de lo peorcito, tras operar en marzo y sujetar con una ristra de agujas en su sitio los huesos, al de pocos días infección así que a operar de nuevo  para quitar los fierros, tratar luego casi mes y medio la infección y cuando esta ha remitido, operar de nuevo, ya va la tercera, hace cuatro días, y volver a colocar otros hierros, esta vez mas, ya que los huesos se han desplazado y durante las casi cuatro horas de intervención los tres cirujanos que creo estaban allí operando se vuelven locos para encontrarlos, hay pedacitos por todas partes, volverlos a colocar, sujetarlos con una miríada de grapas agujas y tornillos e intentar arreglar el ya desastre completo. Me pusieron otra vez anestesia epidural y aunque no les podía ver, te ponen una barricada de trapos por delante para que no les incordies mientras te operan, les oía discutir entre ellos sobre si mejor así o asá, si el escafoides era esos cachitos al fondo de la derecha o aquellos otros a la izquierda y en ese plan. Haciendo radiografías al otro pie izquierdo, el sano, para tener una referencia de como es el derecho porque estaba tan roto y desplazados los huesos que les costaba horrores encontrar como poner aquello en el mejor estado posible. Las pasaron canutas, y yo con ellos oyéndoles. Me hubiera encantado poder levantarme a echarles una mano.

Pronóstico, operado de fractura-luxación de Lisfranc divergente con afectación de todos los radios pie derecho y posteriormente infección local con EMO casi completa, vuelta a operar para  artrodesis y artroplastia de los metacarpianos, esto es soldadura de sus articulaciones que pierden así su movilidad, con auto injerto de la meseta tibial en la artrodesis.

Un pan como unas tortas. No se si sería mas práctico cortar el pie y poner uno de pichiglas.

María, la traumatóloga, me lo ha dejado bien claro en varias ocasiones «tienes la peor lesión posible».

Así que a apechugar con el tema, que no hay otra, y a intentar tener paciencia. Dos meses de nuevo con escayola sin apoyar el pie y ya veremos después la evolución de la cosa, pero pueden ser seis meses hasta que se vea si se va estabilizando. Una eternidad, el verano a cascarla, la temporada de bonitos también, y ya veremos cuanta cojera me queda, eso contando que no se me vuelva a infectar, que ya no se ni que pensar de todo este maldito lío.

La foto es muy mala, pero se aprecian las ristras de grapas a ambos lados, agujas largas y poco mas, conseguí que la enfermera sacase la foto a duras penas y no le quitó el flash, y así ha salido borrosa, reflejado el flash en la pantalla. El contorno blanco es la escayola.

Este lunes tengo cura en Galdácano, habrá mas placas de RX, veremos a ver que pinta tiene el pie, ahora en vez de un corte en la piel como la primera operación tengo tres costurones,  necesarios para colocar toda esa ferralla y alinear los huesos que estaban para Tudela tras quitar las agujas de la primera intervención.

Lo confieso, me cuesta mantener el ánimo, sobre todo cuando los comentarios de la gente son tan estúpidos como «eso no es nada, enseguida como nuevo» o del tipo «¡pero como te has caído y te has hecho eso!» como si lo hubieras hecho adrede, por gusto, como esta mañana una amiga de mi mujer. Menos mal que ha sido por teléfono, si no la estrangulo con una mano mientras con la otra la despellejo.

Varios me han dicho de venir a visitarme y es lo que menos me apetece. Con que me digan ya lo siento, que putada  o espero que te mejores cuanto antes lo agradezco y ya me vale, pero otro tipo de comentarios me entran unas ansias asesinas de aplastar cerebritos estúpidos que no me contengo, así que prefiero rumiar yo solo este marrón.

De momento tan solo espero que no se vuelva a infectar, me estoy atragantando a antibióticos desde hace dos meses y lo que me queda.

Vaya por delante que hoy nueva cura de la extremidad derecha, a cargo de Juanjo, mi enfermero de trauma, con agradable charleta incluida sobre la que está cayendo.

Como en los últimos tiempos, llegar y besar el santo, aparcar al lado de la puerta de entrada por donde paso a trauma, coger silla de ruedas y esperar ni dos minutos a que me pasen adentro a hacer la cura. Esto es Jauja.

El pie bien, gracias.

Ya en casa y comiendo reposadamente una hamburguesa a la moutarde de Dijon con wasabi y una coliflor hervida de acompañante, comento con Carmen lo agradable de la situación actual.

Me explico, aunque todo el mundo da por hecho que es un suplicio tener que permanecer con la cuarentena en las casas, yo cada vez veo mas claro que esto es una oportunidad increíble, un punto de inflexión en nuestra alocada y consumista vida moderna, para replantearnos esa vida de locos que hasta ahora era impepinable y nadie osaba cuestionar. Ya ni jipis quedaban, o sea que…

Veamos, estamos comiendo con el balcón abierto, a la hora que nos viene bien, (no a las cuatro tras esperar a que mi mujer aparezca desencajada del trabajo) relajados, disfrutando del silencio que adorna nuestras calles desde que empezó la epidemia. Los carboneros juegan saltando desde el arce de delante del balcón a nuestra barandilla. El relax es absoluto.

Como ya he comentado en el hospital, donde ¡por fin! luce un silencio digno de un centro médico, algo impensable hasta ahora, llegas, aparcas delante de la puerta (antes tardabas media hora de dar vueltas para encontrar sitio en a tomar por c***) entras y encima ¡te atienden sin esperar colas!…

Luego en casa ya, la carretera vacía invita a conducir relajado, sin sustos ni soportar cretinos  queriendo adelantarte en las curvas, y tras un único recado a la panadería, comentas como está subiendo la cifra de la cuenta corriente, esa que antes siempre bajaba, porque claro, no te pasas el día en la calle comprando ropa, comprando chorradas, comprando mas chorradas aun en el chino, o directamente tomando copas o comiendo fuera de casa. O sea, que hemos abandonado, casi sin darnos cuenta, la senda del consumismo mas alienante.

¡Y se está como Dios!, sin pasarse la vida abriendo la cartera cada diez minutos oiga!

Y me dice Carmen, «si pero los que tienen niños en casa estarán de los nervios»…

Y le digo, puede, pero de una cosa estoy seguro, esos niños me juego el pie bueno a que están encantados de tener a sus papis TODO EL DÍA para ellos solos… que es el deseo de todo niño.

Que no los dejen aparcados temprano en la guardería, o en el cole, comer allí, al salir ir a las clases particulares, o al judo o al futbito, y llegar a casa para hacer deberes, cenar y a la puta cama. En vez de eso tener a papi todo el día a tiro para que te haga caballitos y jugar con el o ayudarle a meter la ropa en la lavadora y a mami para lo mismo jugar con ella ayudándola  a preparar la comida.

Y pienso que esta cuarentena por fuerza ha de tener su lado bueno, que espero que sea el darse cuenta de que se puede parar un poco el frenético ritmo que «disfrutábamos» hasta hace unas semanas, y darse cuenta de que otro mundo es posible. Y consumir menos y disfrutar mas.

Espero que podamos aprender algo de ello, y de que ya se sabe, no hay bien que por mal no venga.

 

 

Seguimos con el ritmo de cada tres días visita a trauma para que me hagan la cura del pie. Tras hincharse como un botijo, al quitar los puntos se abre la herida, y hace tres días tenía esta pinta no muy estética aunque María, mi traumatóloga, dice que tiene muy buena pinta.

Tengo una suerte bárbara con los médicos, siempre me tocan mujeres, guapas y buenas profesionales. No tengo el mas mínimo problema con los hombres, pero ese plus de suavidad de las chicas es tan agradable…

Hoy he vuelto, el pie menos hinchado y hasta a mi me parece que tiene mejor pinta que la de la foto de hace tres días.

El hospital está al menos por la zona de trauma que yo ando cuasi vacío, aunque cuando les pregunto a los enfermeros por la situación se ponen de mala leche y me contestan enfadados que mal. Las plantas deben de estar llenas de infectados por coronavirus.

He pedido que me dejen ir por mi cuenta al hospital, nada de ambulancias, que uno de los días me trajeron y llevaron en ambulancia y fatal, ambiente cerrado, con un montón de gente dentro, (un grupo de diálisis) y unos escalones en la ambulancia casi imposibles de subir y bajar. Con lo bien que voy yo de copiloto en mi cochecito libre de virus y la jefa de ambulanciera particular. No hay color, sin esperas, mucho mas cómodo y sin dar vueltas para dejar o coger otros pacientes.

Sigo con el antibiótico, dejo ya el anti inflamatorio, que me va a intoxicar, y curas programadas hasta el dia 20 que pasaré consulta con María a ver si hay nueva operación o que se hace.  Para traerme los papeles de las citas aparece Blanqui, una auxiliar amiga de Guernica, y hacemos unas risas. Las curas me las hace o Juanjo, enfermero de trauma, mayor y con toda la experiencia.

Echo de menos verle a Garazi y contarle mis peripecias. Pero por no andar dando vueltas por el hospital… mejor no voy a verla.

Ya podía estar el hospital siempre como está ahora de tranquilo, hay ¡hasta sitio para aparcar!, sin ruido ni colas de gente por ningún lado. ¡Hasta hay silencio, como antes en los hospitales!

 

Pues si, de vuelta a Galdakano, y con la que está cayendo, en plena pandemia del coronavirus (CV), el sitio menos indicado para un superviviente de un cancer potente, con secuelas de todos los colores y entre ellas una EPOC severa con fibrosis pulmonar. O sea, el perfecto candidato a palmar en horas si me pilla el maldito virus ese. Ainsss

Volvía de sacar un rato el barco a la mar para desoxidarlo e intentar pescar verdel, que acaba de empezar a aparecer por aquí.

Salida pues, ni un pez a tiro, asi que meto el barco al puerto de nuevo y voy con demasiadas prisas al pueblo montado en Brum Brum.

Al frenar en un stop me derrapa de atrás, me colea la moto y me tira, cayéndome encima del pie derecho en una horrible posición. Noté al instante que me había hecho cisco el pie, el dolor impactante, el pie hecho un churro.

Para todo quisqui, vienen a ayudarme

-«llamamos a una ambulancia, llamamos a una ambulancia»…

-No, estoy bien, solo el pie fastidiado, levantarme la moto (que no tenía mas que intermitentes rotos) y dejarla en el arcén. En realidad el pie me dolía como no se puede hacer idea nadie que no le haya caído doscientos kilos de hierro encima del pie y lo haya roto en cien cachitos. Horripilante. Pero no estoy dispuesto a dejar a Brun Brum abandonada allí, en medio de la variante y que me lleven al hospital y tener que soportar policías y ambulancieros, prefiero marcar los tiempos yo sin ninguna duda. Total, llegar a casa son dos minutos. Así que monto, consigo arrancarla, apoyo en el pie bueno para quitar la pata de cabra con la mano  y me voy de allí dejando un pifostio de coches y caras asombradas. Que les den a los buenos samaritanos, (en el buen sentido, claro) puedo arreglármelas de momento.

Así que me voy a casa, le aviso a mi mujer por el chisme del portal que baje a ayudarme, subo, consigo mis viejas muletas con historia para regalar y me lleva a urgencias en el coche la parienta acto seguido.

Allí placas, y a toda leche para Galdácano tras hablar con trauma de urgencias de allí el servicio de urgencias de Guernica y mostrarle las placas.

Rotura y luxación (los huesos rotos en cachitos) de cinco metacarpianos, todos los dedos del pie.

Allí en Galdácano, espero unos minutos en la sala de espera ¡vacía! …algo absolutamente inesperado. Los acompañantes a la p. calle a esperar. Es el estado de excepción del CV que tiene al hospital en pie de guerra. Cinco días después morirá la primera enfermera del país, de este hospital. Poca broma.

Me recibe un amable saludo por mi nombre al entrar a trauma, está de guardia María, mi traumatóloga, la que me ha llevado el fémur que se me partió durante el tratamiento de las quimios por una infección de hongos que lo pudrió. Ella me operó con otros cirujanos y me puso la barra de titanio encofrando el fémur de punta a punta.

-Tienes una lesión muy mala, es cosa seria, te vamos a operar y a meter un montón de agujas para sujetar los huesos en su sitio, no se como va a quedar porque la verdad tiene una pinta horrible, me aclara María que como me conoce ya sabe que solo quiero la verdad sin medias tintas.

Le contesto que estoy encantado de que sea ella quien me opere, que estoy en las mejores manos y que adelante con los faroles.

A las diez entro en quirófano, a las doce voy para reanimación o como se llame el sitio donde te tienen tras operar y a la madrugada para planta ingresado.

Al día siguiente en primera cura, veo mi pie lleno de alambritos que asoman un poco, hinchado y macilento y una buena sutura en el dorso, ya me ha comentado María que ante la imposibilidad de poner todas las sujeciones sin abrir, han hecho sutura para recolocar algunos de los huesos luxados.

Tras dos días en el hospi y como no me quieren tener allí porque soy un paciente de alto riesgo para el CV (están casi obsesionados con el tema, con toda la razón) me mandan a casa.

Nada mas llegar, resbalón de la muleta y hago, sin querer por supuesto, lo que me han recomendado evitar a toda costa, apoyar el pie en el suelo.

Los juramentos los han escuchado en Wuhan.

Dos días antes de ir a la primera cura programada y tres días después de llegar a casa, me sube mucho la fiebre, a 38, y el pie exuda a través del vendaje lo que me parece demasiado, así que llamo a trauma de urgencias de Galdacano y me piden que acuda de inmediato.

Llego de nuevo de noche, me miran, me dicen tras hacer placas de rayos (en las que veo por primera vez mi pie convertido en una especie de violonchelo) que parece que está todo bien pero me ingresan. Voy feliz a la cama de la habitación de al lado donde estuve hace tres días.

A la mañana visita temprano de los traumatólogos… han estado a la noche reconsiderando el asunto, mirando y remirando las placas y me dicen que hay que actuar, hay infección seria y algo no va bien, así que tras hacer mas placas a quirófano de nuevo…

Tras pasar el trance me han quitado los hierros, todos menos uno, y María me explica que están haciendo cultivos para ver que infección tengo, me hacen la cura y me van a tener varios días a ver.

Mi gozo en un pozo.

Para mas inri traen un compañero de habitación, un mozalbete de unos veinte años, que esa noche se la pasa con la luz encendida, cascando por teléfono (escribiendo, menos mal) y con la ventana abierta a pesar de que me ha oído contarle a mi mujer, que me ha traído cosas de casa, que esa noche he dormido fatal por que la habitación a la noche se enfría mucho.

Un perfecto ejemplar de merluzo del tercer milenio, vamos, Suerte que se irá al día siguiente dejándome en la gloria con la habitación para mi solo. Les digo a las enfermeras que por favor intentes no meterme de nuevo a nadie.

El hospital está absolutamente irreconocible, la tranquilidad y el silecio imperan como siempre debiera hacerlo en un hospital y jamás sucede. La razón es que han prohibido las visitas y hasta los acompañantes, debido como no al CV. Y es un relax tan delicioso la soledad y el silencio, solo interrumpido por jóvenes y  guapas enfermeras o médicos igualmente jóvenes y guapas y guapos… la gloria, os lo juro. Ya podía ser siempre así.

La primera noche tras el quirófano un tormento, me han puesto muy ajustada la escayola y los vendajes y tras pasarse los efectos de la anestesia paso la noche de muy mala manera, esperando a que llegue la mañana, aparezcan los médicos y me abran la escayola y me descompresionen el pie, que duele a pesar de los calmantes que me pone la enfermera de noche, a rabiar. Imposible pegar ojo.

Al día siguiente se arregla el tema tras explicárselo al dr de trauma, y se acaba la tortura. Aquí el pie, ya sin fierros;

Así que tras tres días con curas diarias sin que la fiebre aparezca excepto una mañana que subió y estuvieron a punto de hacerme el test de CV, cachis, me hubiera gustado para saber si por un casual lo estoy pasando, me dolía estos días la garganta y siempre es mejor prevenir que curar, y como a menudo trascurre sin apenas síntomas y sin que te enteres…no hubiera sido mala noticia pasarlo de esa manera, por santa Greta, me mandan otra vez a casa.

Así que aquí estoy pues, enj el ordenador de casa, escuchando a Bocherini y poniendo al día este viejo blog, para solaz de mi mas fiel lectora, Viejecita.

Va por ti María