Tras una tarde agónica en el hospital esperando a que me subiesen una bolsa de plaquetas desde la una, viendo pasar la tarde desde mi ventana tras recoger las cosas y ponerme en orden de marcha, con Carmen y Axel esperando dos horas y media desde las cinco que era la hora estimada de salida y a la que han llegado ellos, insistiendo y llamando al dispensario de bolsas de colorines rojas y amarillas, por fin a aparecido con su carrito la chica del «carrito de los helados», como las llamo yo para mis adentros cariñosamente.
Sacan sus polos de fresa y limón, te colocan en un pis pas en la vía el correspondiente y se van antes de que te des cuenta a seguir su ronda por cualquier otra parte.
Me ha tocado dos de limón plaquetario, dos bolsones amarillos llenos de ladrillitos chiquirritines que al menos en comparación con la sangre pasan a toda pastilla.
Así que a petición propia me ha crucificado pinchándome una bolsa en cada vía, tengo una en cada brazo y se puede elegir y todo.
Cuando ha acabado la que iba más rápido (el reservorio por goleada, la otra estaba tras dos semanas de uso y enganchadas feroces con las sábanas destrozada, casi no tiraba, cambio de la lenta a la rápida a la velocidad de los boxes de F1 y yo ya estaba como un témpano, las plaquetas vienen frías y se nota una bolsa, no te digo dos.
Y a las ocho por fin hemos podido salir chirriando ruedas.
Hoy he estado con el neumólogo, casualmente el amigo con el que iba de casa a Lejona todos los días en el 600 a estudiar medicina. Me ha dicho que cuidándola en 4 o 5 días la cosa puede estar casi curada.
Buenas pespectivas parecen.
A propósito de respiratorio, pocas cámaras de tortura tan refinadas hay en el hospi, y mira que hay un porrón, como esa cabina de cristal trasparente en la que te meten como en una jaula, de exposición para todo el que ande por allí, con un tubo en la boca que apenas te entra en ella de lo gordo que es, y por un micrófono te dicen
-¡¡¡expire expire expire vamos vamos mas, más expire expire expire, vamos vamos un poquito más!!!…cuando tu has sacado todo el maldito aire de tus pulmones en el primer segundo por aquél tubo de escape de silicona. Agónico es poco. Y eso mientras otro paciente que está allí esperando te mira aburrido como pones cara de mono en tu jaula.
Superdivertido.
Claro que eso es una filfa comparado con los instrumentos de tortura oriental llamados sondas, una especie de sepientes negras de diferentes grosores que te meten por todos los orificios imaginables del cuerpo, por abajo, por la boca, por la nariz… alos édicos les ancantan, hurgan a su gusto y te sacan muestras de todo, que es lo más les pone. Poder hacer miles de análisi.
El día pasado me tocó esta última, a ver que pescaban en mis pulmones.
Así que me bajaron a respi a la conocida habitación, ya que es la segunda que me hacen en el mismo sitio, de los especialistas de esta snaked de metro y medio.
Como además iba con un dolor en el pulmón del 10, tosiendo fuego, la experiencia fué durilla, mas que la primera.
Y claro, como a ellos no les duele y están aburidos de hacer todos los días lo mismo te dicen con autoridad y como quien llueve;
-Esto no es nada, te entrarán ganas de toser, no tosas, no hables, no te muevas mucho que enseguida acabamos…
Y tu asientes, que remedio, pensando en como narices te las arreglarás para no toser si te entran ganas, que te entran claro. Ganas de toser mientras te sientes como una especie de pincho moruno, con aquello entrando al momento por las narices.
Le costó entrar, no encontraban el cornete suficientemente ancho.
El entrar fue duro, luego aguantar las ganas de toser, mientras viajaban por mi pulmón con su juguete el médico y la enfermera, mirando en una pantallita supongo por donde iban pasando, pues iban diciendo;
-Aquí coge una muestra, ahora sigue, sigue, aquí cogemos otra, a ver mira esto, pues no se ve sangre, sigue…
Y tu con aquello metido por tu nariz, avanzando y hurgándote por dentro…
Al acabar sientes el paraiso, también es cierto, mientras te suben de nuevo a tu habitación.
🙂